GIULIA VALLE – LÍBERA

Líbera

Artist : Giulia Valle

Release Date : December 13, 2015

Label : Temps Record

Format : CD

Produced and distributed by Temps Record
Recorded at Grabaciones Silvestres (Barcelona) on February and June 2012 Recording engineer: Joaquim Puigtió. Mixes and co-production: Joel Condal Artistic production: Giulia Valle Artwork: Gonzalo Elvira Design: Alex Gifreu

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  • Giulia Valle: double bass, compositions
  • David Soler: electric guitar, pedal steel
  • Pablo Selnik: flute
  • David Pastor: trumpet
  • Rusó Salá: voice on tracks 2, 3 & 7
  • Edurne Arizu: Accordion
  • Oriol Roca: drums and vibraphone on tracks 4, 6 & 7

 

www.giuliavalle.com

Press

 

Presentaba las canciones de su nuevo trabajo “Líbera”. En escena Edurne Arizu al acordeón, Rusó Sala a la voz, Giulia Valle al contrabajo, Oriol Roca a la batería y David Soler a la guitarra, no sabes si están probando o la cosa ha empezado y soy yo que estoy llegando tarde, entre el público aparecen David Pastor con su trompeta y Pablo Selnik y su flauta, se colocan en un extremo del escenario y la cosa está en marcha, empiezan con Plein air un tema inspirado en la pintura al aire libre defendida sobre todo por los impresionistas.  Sigue un 2012, y se va perfilando que la formación tiene en David Soler, en Selnik y la misma Giulia los líderes indiscutibles. También adviertes que las composiciones de Giulia Valle como ocurre con las de Schneider, van más allá de cualquier etiquetaje. Después un tema sin título, Giulia se va quedando casi sola y me recuerda esos momentos grandes de Saluzzi cuando te quita la respiración, los detalles de Soler van redirigiendo el tema, después Pastor en uno de sus escasos momentos (no tuvo un papel tan importante como Selnik) nos eleva con una trompeta con efectos. Sin Edurne ni Rusó, el quinteto se sumerge en el momento más impresionante de la noche, Punk es un tema que te deja sin respiración durante todo el desarrollo, cinco músicos unidos en una locura manejada desde las pulsaciones, viendo a Giulia dejando libre la mano izquierda entiendes el proyecto. Después Nadie, otra preciosidad, nada que ver con el punk, dulzura de caramelo. Después nos explica Giulia que está dudosa entre dos temas, la contrabajista estaba muy feliz y se sentía muy próxima de su público, decide hacer ambos, empieza con Rosemary’s baby de Komeda (compositor preferido de Polansky)  otra vez las emociones a flor de piel, y lo intenta vincular en cierto modo con un tema suyo tituladoGuayaba, encuentro sonoro entre David Soler y Giulia Valle, muy intenso, la voz de Rusó deslizándose entre los golpes secos de Oriol Roca. Para terminar Danzad pollos danzad, como una boda Tarantiniana, con mariachisde fondo, todo el grupo en plan fiesta jerezana, con Edurne y Rusó haciendo palmas, un buen final, la verdad es que seguro que el público quería mas, pero todos nos quedamos un poco sin saber qué hacer, quedaba claro que si Giulia se había despedido la cosa era así, estuvo claro quién llevó las riendas de la noche. Cándido Querol, B-Ritmos (February 2013)

 

«La vida es como la música, debe componerse con el oído, el sentimiento y el instinto, no mediante reglas». Samuel Butler

Eso, eso debe ser lo que hace esta mujer, Giulia Valle: componer con las tripas, con lo más profundo de su esencia, de su ser. Sólo así se explica todo el poder que despliega sobre el escenario cada vez que se sube a él, esté con quien esté. Para esta ocasión, Giulia se subía con una de sus formaciones más recientes, Líbera, de la que ya pude ver hace unos meses el estreno. Formación exquisitamente formada por  músicos a los que admiro hace ya tiempo, y a los que vengo siguiendo, como Pablo Selnik en la flauta, David Pastor en la trompeta, Oriol Roca en la batería y David Soler a la guitarra. Completaban la formación, como invitadas (no hay que olvidar, creo que no lo he dicho, que se trataba de las Jamboree Jazz Lab Experience, o sea, juguemos a experimentar), Edurne Arizu al acordéon y Rusó Sala poniendo las voces. Y con estos ingredientes y esta capitana, la jugada no podía salir mal, y no salió. Vibrantes, excitantes, unidos, sincopados, vitalistas!!!! Sólo si estabas muerto podías escapar a la magia de la formación, a la fuerza arrolladora del contrabajo de Giulia, que todo lo llena. En auténtico estado de gracia, la formación transitó por un repertorio en ocasiones muy free, muy punk incluso (no quise echar la vista atrás y ver las caras de los turistas que se suelen acercar al Jamboree sin saber muchas veces qué les deparará las entrañas de la sala donde se sumergen). Roberto Domínguez, Fotografiando el Jazz (February 2013)

 

Feliz espectadora durante muchos minutos de la actuación de Marco, la contrabajista Giulia Valle subió al escenario después de la conjura del pianista para darle a la noche un vuelco estético y expresivo radical. Su proyecto, bautizado como Líbera, nació como cuarteto y levanta el vuelo ahora en septeto. Por él han ido pasando diferentes músicos, lo que dificulta el necesario propósito de impregnar al proyecto de una personalidad de conjunto más definida, máxime cuando la autora privilegia el conjunto sobre los solistas, aunque ocasionalmente se abran espacios para ellos. La de Valle es una música profundamente personal, se intuye catártica, y exige de sus compañeros de escenario una precisión, en ocasiones, de funámbulo.

Las composiciones de Giulia Valle atraviesan tantos estados emocionales como los que se adivinan que las inspiraron. Delega especialmente en David Pastor la parte melódica, con el complemento de Jon Robles, a la que entra, sale y con la que se entrelaza la voz de Carola Ortiz, que convierte en otro más de los instrumentos de viento. A la izquierda de la contrabajista -a la que en los labios se le leía siempre la melodía-, Oriol Roca y David Soler impulsaban, sostenían y daban densidad eléctrica a la música (un dúo entre ambos, como preludio a uno de los temas, fue de lo más liberado(r) de la velada). Completaba el acordeón de Edurne Arizu, que añadía a la ya de por sí poderosa y contundente sonoridad del grupo una profundidad y una densidad tímbrica muy interesantes.

No hubo casi concesión al respiro, sí momentos de necesario contraste en un concierto de autor que no se pareció a nada aunque sus referencias puedan ser múltiples, lo mismo una balada de evocación crepuscular a lo Morricone, que el fuego del rock más visceral, que una canción infantil. En muchas ocasiones la idea de partida es una sencilla melodía, ya sea una sencilla escala mayor o un arpegio reiterado, incluso los solos tendían a explayarse sobre armonías muy estáticas compensadas por el empuje de la rítmica; pero más allá de que la arquitectura sea más o menos compleja en origen, lo relevante es la energía y una voluntad creativa nada convencional. Otra cosa es que cuestión tan personal exige cómplices, más que músicos, capaces de sintonizar con ella. Y es ahí donde el septeto cojea, porque la expresión individual parecía descompensada. No hablo de las cualidades técnicas –demostradas y demostrables- sino de afinidades y recursos idiomáticos, porque mientras Oriol Roca y David Soler se adaptan por bagaje y recursos mejor a una idea tan “ecléctica” (adjetivo de la propia Valle) y desprejuiciada estéticamente como ésta, daba la sensación de que el estilo de Robles y Pastor era otro, más afín a los patrones de un jazz más convencional. En ese sentido, fue un concierto más interesante por sus ideas de conjunto, por la montaña rusa de emociones y fuerza comunicativa de la música Valle, y por las múltiples mutaciones que se le adivinan. Música libre de prejuicios. Bienvenida sea. Carlos Pérez Cruz, El Club de Jazz (March 2014)

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